Danika llegó del trabajo agotada. Solo tenía ganas de tenderse en el sofá, ver una película romántica y relajarse. Su novio, Luis, aún no había regresado, por lo que encendió la televisión y se puso una de sus comedias románticas favoritas.
Media hora después, Luis entró por la puerta. Danika lo recibió con un cálido abrazo y un beso. «Hola cariño, ¿cómo te fue el día?»preguntó. «Fatal, estoy agotado»,contestó Luis, dejándose caer a su lado en el sofá.
Danika cambió el canal a uno de sus canales de películas. «¿Te importa? Me apetece algo de romance». Luis rio y la estrechó entre sus brazos. «Para ti, cualquier cosa, mi amor».
A medida que avanzaba la película, el ambiente se iba caldeando. Las manos de Luis comenzaron a acariciar el cuerpo de Danika, sus labios rozando la piel de su cuello. Ella gimió suavemente, girándose para capturar sus labios.
Pronto sus labios viajaron más abajo, desabrochando botones y alzando telas. La película se había olvidado, el mundo se había olvidado. Solo quedaban ellos dos en el sofá, explorando y descubriendo el placer de sus cuerpos con urgencia y deseo.
Sus respiraciones se volvieron jadeantes y agitadas, sus cuerpos se fundieron en sofocantes oleadas de éxtasis. Alcanzaron el clímax entre susurros y suspiros, su amor materializándose en una unión tan física como emocional.
Satisfechos y sin aliento, se tumbaron en el sofá, abrazados. La película aún corría, pero ya no la veían. Sus miradas se encontraron y sonrieron, felices de haber redescubierto la chispa de su relación y de haberse perdido un rato en los placeres más íntimos del amor.
El sofá se había convertido en el escenario perfecto para revivir la llama de una pasión que nunca se apagaría. Su amor brillaría siempre, reavivado cada día.